La relación entre un músico
y su batería es tan pura como esa poesía que nace del encuentro entre un poeta
y la realidad que lo conmueve. Ese instrumento que a su vez es un conjunto de
instrumentos, ¡qué complejidad! Y el
músico que se atreve a sentarse detrás de ella para retarla con sus poliritmias
y sus tiempos matemáticamente perfectos o imperfectos. De cada golpe, de cada
baquetazo en cualquiera de sus tambores nacen vibraciones que cubren el cuerpo
del músico, como una piel interrumpida
que asegura una relación solida e indestructible.
Así como los primeros
habitantes de África se comunicaban por tambores a distancias muy lejanas; así
como los primeros esclavos en Norteamérica se expresaron mediante el Jazz y el
Blues; así la batería es un vehículo de expresión del hombre, es la voz del
desamparado, de aquel que no sabe cómo expresar lo que siente o aquel que no
tiene plena libertad de hacerlo con palabras. Así la batería en medio de su
gran complejidad se ofrece al músico como un vehículo para crear lenguaje, como lo hicieron los esclavos que vivieron en los años cuarenta en medio de
guerras; mediante el Bebop expresaron su preocupación y la tensión que se
respiraba en el aire.
Así como el cuerpo de una
mujer no admite indelicadezas, así como el cuerpo de una mujer merece ser
acariciado con sutileza y respeto, así mismo la batería no admite ser tocada con
displicencia. Se requiere práctica diaria, pasar tiempo con ella, conocerla,
conocer su cuerpo para saber cómo sacar de sí el paraíso musical que esconde.
Se requiere conocer técnicas para sacar de ella sonidos mágicos. Se requiere
tiempo para fortalecer la relación con ella y para establecer una relación
sólida que dé como resultado un orgasmo musical percusivo en cada contacto,
en cada golpe dado.
Así la batería en medio de
su gran complejidad se ofrece al músico como un vehículo para crear lenguaje.
Cuando siento que me faltan herramientas para decir lo que siento o lo que
pienso, para expresarme, busco a mi instrumento con quién tengo una gran
relación; es allí, con ella, donde todo mi cuerpo se expresa. Eso es lenguaje.